Sociedades anónimas deportivas

Parece que el fútbol argentino no reinicia el torneo. Varios planteles no retoman las actividades luego del receso por falta de pagos. Buen contexto para que varios propongan la incorporación de las Sociedades Anónimas Deportivas como «salvación». De los muchos ejemplos que tenemos hoy (que van del Badajoz de Tinelli a la gerenciadora de Quilmes, pasando por Argentinos Juniors jugando de local en Mendoza) ponemos sobre la mesa el caso del Valencia. De ahorita, nomás.

 

El drama de Valencia SAD (por Luis Bagnola en Revista Un Caño)

Los hinchas explotaron contra el dueño del club por la crisis futbolística y por el pésimo manejo de la institución. Un ejemplo del daño que pueden hacer las SAD.

Es muy fácil encontrar ejemplos para comprender el tremendo daño que las inversiones externas pueden hacerles a los clubes y a los equipos de fútbol. En cada uno de los países donde se utiliza el sistema de Sociedades anónimas deportivas hay desastres para ejemplificar dicha destrucción. Y en estos tiempos de amenazas concretas en la Argentina, es necesario poner en evidencia cada uno de estos casos. La situación que en la actualidad sufren los hinchas de Valencia es sólo una de muchas.

El magnate singapurense Peter Lim Eng Hock arribó a Mestalla en 2014. Prometió lo mismo que todos aquellos que ven en el fútbol un juguete más en el que hacer valer su fortuna: un dream team para disputar el reinado mundial con los grandes de España y del resto de Europa. Su amistad con Jorge Mendes, el representante de moda en el fútbol europeo lo apuntalaba. Hoy, poco más de dos años después, Valencia está cerca del descenso y Lim alejado de todo, en su mansión asiática.

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Estallido social y dura derrota copera
El Celta humilla al Valencia y Mestalla explota al grito de “¡Peter, vete ya!”  (en El Confidencial)

riste, desencantada y harta, muy harta. Lo que cabía esperar, sucedió con el primer partido del año del Valencia en Mestalla. Los aledaños del estadio se fueron poblando de seguidores ante la visita copera del Celta y como estaba previsto, porque la manifestación se había gestado horas antes, la masa social expresó en voz bien alta su absoluta repulsa a la gestión del dueño del club. El grito «¡Peter, vete ya!» lo inundó todo. Estallido social en toda regla de una afición que ya no aguanta más. Eso pasó antes, lo que vino después fue peor. Para rematar la caliente noche, contundente humillación (1-4) ante el equipo vigués. Tras el partido, más de lo mismo.

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Imagen: El Confidencial.